Viernes Santo: primer día del Triduo Pascual
I) Sentido de la liturgia
El sentido de este día es celebrar la Pasión y
Muerte del Señor que nos alcanzaron el perdón de nuestros pecados y nuestra
reconciliación; es participar desde la fe en este misterio de anonadamiento del
Señor hecho hombre que murió por nosotros. Celebramos pues ese sacrificio
redentor que nos obtuvo el perdón y la paz, no celebramos a un difunto, a un
muerto sino al Señor que hizo de su muerte camino de entrar en la gloria del
Padre; ya desde este misterio nos abrimos al horizonte de esperanza que nos
anuncia la Resurrección.
El color litúrgico es el rojo símbolo del
ardor, la energía y la fuerza de la entrega del Señor por amor a cada uno de
nosotros. El gesto inicial del sacerdote celebrante es muy elocuente, se postra
en silencio para simbolizar el “abajamiento” (kenosis) de Cristo en su muerte
expiatoria.
La liturgia de la Palabra con el largo relato
de la Pasión según San Juan es el marco de toda la celebración; el Señor va a su Pasión
decididamente, como el Hombre Pleno que la asume obediente y libremente por
todos nosotros.
Después vendrá la oración de los fieles por
toda la Iglesia y por toda la humanidad
en donde se descubre el valor universal de la Reconciliación.
Inmediatamente después se inicia el rito más significativo de esta liturgia: la
adoración de la Santa Cruz; en donde la reconocemos como signo de salvación y
reconciliación. La cruz que está presente en la vida de todo cristiano y que es
un camino para participar de la gloria pascual del Señor pues “no hay Cristianismo sin Cruz”.
La tercera parte de esta liturgia es la
comunión sacramental para unirnos al Señor Jesús que padece por nosotros y nos
alcanza los frutos de su Victoria. No se celebra la Eucaristía ni otro
sacramento, salvo los sacramentos de la Reconciliación y la Unción de los
enfermos en caso de necesidad, como una manera de expresar el ayuno sacramental
de la Iglesia.
II) Algunas indicaciones:
Hoy como una manera de solidarizarnos con el
Señor sufriente y de prepararnos a pasar con El de la muerte a la Vida, la
Iglesia nos invita a hacer ayuno (es
decir comer menos de lo normal; que no quiere decir “no comer”) y abstinencia de carne; este ayuno y
abstinencia es obligatorio para todos los mayores de 18 hasta los 59 años. Esta
práctica para los que deseen aunque no es obligatoria se puede prolongar el día
Sábado santo hasta la Vigilia pascual. Este día también la colecta de la
celebración de la Pasión del Señor se destina a colaborar con la custodia de
Tierra Santa donde vivió el Señor y que necesitan de nuestra oración y ayuda
económica.
Hoy se puede ganar la Indulgencia Plenaria con
las debidas disposiciones y en la liturgia adorando la Cruz del Señor, en donde
murió por nosotros.
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