sábado, 24 de enero de 2015



                    La fidelidad como principio litúrgico

Esta frase resume, con cierta elocuencia, una realidad en la que estamos lamentablemente inmersos. Cada sacerdote tiene una forma particular de celebrar la Santa Misa, y dicha forma, lejos de ser homogénea,  está influenciada por las particulares condiciones "pastorales" del entorno del presbítero, así como su grado de formación intelectual y teológico. Es así como muchos sacerdotes aprenden el "ars celebrandi" de manos de sacerdotes fieles a la enseñanza de la Iglesia, pero también existen muchos que son enseñados en la improvisación y la excesiva repetición del axioma errado de la "cena eucarística no sacrificial", y también muchos (la gran mayoría), que se han formado del ejemplo de sacerdotes con los que han convivido, sin una guía clara, mediante el autoaprendizaje de las formas sin una completa conexión con el fondo.

Cuando se habla del ars celebrandi de la liturgia, se le asocia directamente al rubricismo, es decir, un desmesurado apego a las normas sin contemplación del fondo que las sustenta y las eleva a la esfera de lo sagrado. Sin embargo, este ars celebrandi va mucho más allá de una norma o rúbrica del rito, pues corresponde a una visión organizada y completa de la forma de celebrar los ritos sagrados, comprendiendo principalmente el trasfondo de los ritos, es decir, a la teología litúrgica que subyace y da sentido al ritual.

De tal manera, el ars celebrandi es realmente una contínua profesión de Fe, pues contiene en si mismo la doctrina de la Iglesia. De cierta forma, la Liturgia permite mirar a través de ella toda la teología de la Iglesia, pues es una manifestación concreta de lo que creemos (según el célebre principio Lex Orandi - Lex Credendi).

El ars celebrandi, en consecuencia, exige Fidelidad: Fidelidad a la las formas establecidas en el Ordo Missæ, puesto que ellas son fruto del desarrollo teológico del dogma; Fidelidad al canto sagrado y a la belleza del culto tributado a Dios; Fidelidad en los detalles, ya que en ellos demostramos nuestra preocupación por dar a Dios una alabanza digna de su Gloria y Majestad, con sobriedad y sencillez. Y, por cierto, lo más importante: Fidelidad en nuestras vidas, conformando nuestra vida de Fe con Cristo, de manera de que lo que rezamos (lex orandi) y lo que creemos (lex credendi) se manifieste plenamente en lo que vivimos (lex vivendi).

(Tomado de Sacram Liturgiam)

sábado, 10 de enero de 2015



Fiesta del Bautismo del Señor

Con esta fiesta concluye el tiempo de Navidad-Epifanía, que  muchos fieles creen que es sólo el 25 de diciembre y basta. Es bueno hablar de este tiempo como una gran manifestación del Señor que viene a salvarnos, de una gran Epifanía:  en el portal de Belén a los pastores, a Simeón y Ana en el templo, a los Sabios venidos de Oriente, en su Bautismo por Juan, en las Bodas de Caná convirtiendo el agua en vino por petición de la Madre.

Pero esta fiesta, que tanto impresiona a los orientales es una hermosa manifestación del Señor,  pues al entrar en el rito de purificación del Bautista para los pecadores,  quiere ponerse a la cola, no porque tuviese que purificarse de algo, pues El no cometió pecado, sino quiso hacerse solidario con nosotros, quiso asumir la condición pecadora de la humanidad para cargarla sobre sí. Por eso según el relato de Juan evangelista,  el Bautista lo llama “el Cordero de Dios” pues carga todo el pecado de la humanidad para perdonarlo en la Cruz. Dice el Catecismo: “se inicia su ministerio de Siervo Sufriente anunciado por Isaías”

Este rito de purificación de Juan no es el sacramento del Bautismo que el mismo Señor va a instituir en su Iglesia para el perdón de los pecados, era simplemente un rito de purificación, de penitencia, de conversión.

Por otro lado hay una Teofanía de la Santísima Trinidad con la voz del Padre que lo reconoce como su Hijo amado, la acción del Espíritu que colma y llena al Mesías y el Verbo Encarnado en el agua. Como dice el Catecismo en el inicio del ministerio público del Señor está Dios mismo, Dios Amor.

lunes, 20 de octubre de 2014








Beato Papa Pablo VI, promotor de la liturgia renovada

Ayer en la mañana de Roma el Santo Padre Francisco ha beatificado a Papa Pablo VI (Giovanni Baptista Montini) que guió a la Iglesia a continuar el Concilio empezado por su predecesor San Juan XXIII (1963-1978). El Papa Pablo VI fue un cristiano de una formación erudita, de una sensibilidad exquisita y de un temperamento muy valiente y audaz, a pesar de su connatural físico frágil (siendo muy joven entró al Seminario de su Brescia natal y al tiempo tuvo que residir en casa de sus padres por lo delicado de su salud). Sus homilías eran de extraordinaria elocuencia, claridad e intensidad. Sus escritos antes de ser Papa y siéndolo fueron de una pluma de una fineza única.

El Santo Padre Francisco en la homilía de la Santa Misa cita una frase que habla muy bien de su talante espiritual:  «Quizá el Señor me ha llamado a este servicio no porque yo tenga aptitudes o para que gobierne y salve la Iglesia en las presentes dificultades, sino para que yo sufra algo por la Iglesia, y aparezca claro que es Él, y no otros, quien la guía y la salva».

Pero en este blog lo traemos a colación por ser también un promotor de la auténtica liturgia renovada por el Concilio Vaticano II, a pesar de las calumnias que se han levantado contra él. No sólo entendía lo que era la liturgia en su sentido más profundo, sino en su arte reverente y exquisito de celebrarla; sin excesos ni manipulaciones celebraba con mucho amor y reverencia la liturgia pontifical. Fue uno de los impulsores de la renovación de la liturgia papal para que se purificara de ritos y manifestaciones que no tenían ninguna relación con el ministerio del Sucesor del Apóstol Pedro.

Su fiesta se celebrará el 26 de setiembre, dia de su nacimiento. Demos gracias a Dios por su testimonio de fe en Jesucristo y de amor a la Iglesia. S.S. Paulus VI, ora pro nobis


viernes, 12 de septiembre de 2014






Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz

Este domingo 24 del tiempo ordinario coincide con esta fiesta del Señor inscrita en el Calendario General de la Iglesia y por eso se celebra desplazando al domingo. 

Es una de las celebraciones de la Cruz a lo largo del año litúrgico, siendo las otras el Viernes Santo, en donde la Cruz se celebra como el lugar del Sacrificio Redentor del Señor dentro del Sacro Triduo Pascual y el 3 de mayo.  La fiesta de este domingo nos recuerda la captura del “lingum crucis” por el rey cristiano Heráclito que había sido robada por los persas en el año 628. Mientras que la del 3 de mayo de más arraigo popular en el Perú y de influencia española,  nos recuerda el hallazgo del “lingum crucis” por Santa Elena cerca al Gólgota en el 326.

La liturgia la celebra como el nuevo árbol que nos dio el fruto más precioso del cielo, al mismo Redentor que murió por nuestra salvación y descanso sobre ella. Es celebrar también que por medio de la Cruz y la muerte del Señor podemos participar de la Vida y la Victoria pascual.

Por ello es que es una Cruz gloriosa, exaltada por la acción de Dios, por ello es el símbolo por excelencia del cristianismo “Nosotros hemos de gloriarnos en la Cruz de Nuestro Señor Jesucristo”

lunes, 16 de junio de 2014





Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote

Esta fiesta que se celebra el jueves después de la Solemnidad de Pentecostés, en donde festivamente se recuerda la institución del Sacramento del Orden Sagrado y cómo fue voluntad del Salvador de participarlo a algunos de sus discípulos para que prolongasen su servicio amoroso y sacramental. Los que lo hemos recibido en la Iglesia,  lo hemos recibido inmerecidamente, como un Don no por nuestras buenas obras sino  por bondad del Señor que es el Sumo y Eterno Sacerdote de la Nueva Alianza que se ofreció al Padre por nuestra salvación. El sacerdocio ministerial está al servicio del sacerdocio común de los fieles, el ministro es un servidor de Cristo para los demás

Ser de los ministros del Señor “in persona Christi Capitis” sea como diácono, presbítero u obispo es prolongar el servicio salvífico del Señor para los demás bautizados, ser un ícono de Cristo Salvador para los demás. Como lo dice la colecta de la misa de este día,  pidamos por todos los ministros ordenados para sean buenos administradores de los dones del Señor