Fiesta
del Bautismo del Señor
Con esta fiesta concluye el tiempo de Navidad-Epifanía,
que muchos fieles creen que es sólo el
25 de diciembre y basta. Es bueno hablar de este tiempo como una gran
manifestación del Señor que viene a salvarnos, de una gran Epifanía: en el portal de Belén a los pastores, a
Simeón y Ana en el templo, a los Sabios venidos de Oriente, en su Bautismo por
Juan, en las Bodas de Caná convirtiendo el agua en vino por petición de la
Madre.
Pero esta fiesta, que tanto impresiona a los orientales
es una hermosa manifestación del Señor,
pues al entrar en el rito de purificación del Bautista para los
pecadores, quiere ponerse a la cola, no
porque tuviese que purificarse de algo, pues El no cometió pecado, sino quiso
hacerse solidario con nosotros, quiso asumir la condición pecadora de la
humanidad para cargarla sobre sí. Por eso según el relato de Juan evangelista, el Bautista lo llama “el Cordero de Dios” pues
carga todo el pecado de la humanidad para perdonarlo en la Cruz. Dice el Catecismo:
“se inicia su ministerio de Siervo Sufriente anunciado por Isaías”
Este rito de purificación de Juan no es el sacramento del
Bautismo que el mismo Señor va a instituir en su Iglesia para el perdón de los
pecados, era simplemente un rito de purificación, de penitencia, de conversión.
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