“Epíclesis”
o invocación al Espíritu Santo
En el libro de los Jueces (6, 37) Gedeón pide una señal a
Dios de que por su medio va a salvar a Israel y le pide que moja el vellón que
va dejar sobre la pradera toda la noche. A la mañana siguiente esta el vellón
mojado y el resto de la era, seca; pero Gedeón insiste y le pide a Dios que va
dejar el vellón durante la noche y que lo deje seco y el resto húmedo. Al día
siguiente el vellón esta seco y la pradera humedecida por el rocío nocturno. Es
una hermosa prefiguración de lo que el Señor realiza en los sacramentos en el
momento de la epíclesis.
Es la invocación que hace la Iglesia para que el Espíritu
Santo actúe en la economía sacramental, se realiza en varios momentos en la
liturgia, pero especialmente en la de los sacramentos. Quizás una que llama
mucho la atención es la del Sacramento del Matrimonio, que no se realiza sino
hasta la solemne bendición que se hace dentro del rito de comunión (cuando se
celebra el sacramento dentro la Eucaristía) después de la oración dominical,
antes del rito de la paz y puede pasar desapercibida. El ministro dice: “Envía
sobre ellos la gracia del Espíritu Santo, para que tu amor derramado en sus
corazones los haga permanecer fieles en la alianza conyugal”. Y otra que llama
la atención es la de la I Plegaria eucarística o “Canon Romano” en donde no hay
una mención explicita al Espíritu pero el sacerdote dice: “Bendice y santifica
esta ofrenda Padre, haciéndola perfecta, espiritual y digna de ti: que se
convierta para nosotros en el Cuerpo y Sangre de tu Hijo amado …”
Todos los sacramentos tienen epíclesis, así el bautismo la
tiene en el momento de la bendición del agua, al final: “te pedimos Señor que
el poder del Espíritu Santo, por tu Hijo descienda sobre el agua de esta fuente
…” el ministro esta con las manos extendidas sobre la fuente. La confirmación en
el momento de la imposición de las manos que realiza el Obispo sobre los
candidatos y la fórmula del sacramento; en la Eucaristía esta antes del relato
de la institución en las cuatro plegarias principales con el gesto de las manos
sobre la oblata. En la Penitencia en el gesto de la imposición de las manos (al
menos una) sobre el penitente y la fórmula sacramental. En la unción de los enfermos
con el gesto de la imposición de las manos sobre el enfermo y la oración del sacramento
que dice: “por esta Santa Unción y por su bondadosa misericordia te ayude el
Señor con la gracia del Espíritu Santo, para libre de tus pecados te conceda la
salvación y te conforte en tu enfermedad”. En el matrimonio como ya se dijo en la
bendición solemne sobre los novios después de la oración dominical. En el sacramento
del Orden con la imposición de manos del Obispo sobre el ordenando y con la plegaria
de ordenación en los tres grados: episcopado, presbiterado y diaconado.
La acción del Espíritu es fundamental en los sacramentos
pues si bien el autor principal es el Señor Jesús, Sacerdote Eterno, el
Espíritu colabora con El trasformando la acción del ministro en momento de
salvación, trasformando la materia del sacramento en medio de salvación. San
Agustín decía “la palabra se aplica al elemento, y se hace el sacramento”. Esta
palabra pronunciada por el ministro, tiene su eficacia por la acción del
Espíritu que la vivifica.
Hay gestos epicléticos que acompañan estos momentos, como son:
el extender las manos sobre las especies eucarísticas, sobre la persona que va
a recibir el sacramento, la inclinación profunda del celebrante.
El Espíritu nos prepara para recibir la gracia de Dios y también
con su poder hace eficaz los gestos litúrgicos sacramentales para que realicen
lo que significan “ex opere operato”. También nos permite acoger esa gracia y
poder con ella dar testimonio del Señor en nuestra vida cristiana.
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