¿La tumba vacía?
Es muy significativo
que la liturgia del Domingo de la Resurrección en el evangelio de la Vigilia
Pascual y de la Misa del día, los episodios en donde, tanto las mujeres que van al sepulcro, María
Magdalena, Pedro y Juan encuentran el sepulcro vacío. No tiene todavía una
experiencia personal con el Señor Resucitado.
¿Qué importancia le da
la Iglesia al sepulcro vacío? Ha corrido mucha tinta entre los teólogos sobre
si este dato es una prueba de la Resurrección del Señor; muchos exégetas
modernos dicen que no lo es. El Catecismo de la Iglesia dice que el sepulcro
vacío es un indicio, no una prueba de la resurrección. "¿Por qué
buscar entre los muertos al que vive? No está aquí, ha resucitado"
(Lc 24, 5-6). En el marco de los acontecimientos de Pascua, el primer
elemento que se encuentra es el sepulcro vacío. No es en sí una prueba directa.
La ausencia del cuerpo de Cristo en el sepulcro podría explicarse de otro modo
(cf. Jn 20,13; Mt 28, 11-15). A pesar de eso, el sepulcro
vacío ha constituido para todos, un signo esencial. Su descubrimiento por los
discípulos fue el primer paso para el reconocimiento del hecho de la
Resurrección.” (CIC 640)
Es un signo esencial para ir
ahondando en el misterio de la Pascua, pues es algo en que debemos de ir
ahondando cada vez más. Esa es la dinámica que nos propone la liturgia con la
cincuentena pascual, poder ir ahondando en este misterio y sacando las
consecuencias para nuestra vida.
También cuando llegan
Pedro y Juan el evangelio menciona las vendas y el sudario con que lo habían
envuelto, (v xx) y fue lo que vió el
discípulo amado y creyó. ¿Qué vió el discípulo que lo llevó a creer?. Vittorio Messori
en su libro “Dicen que ha resucitado” tiene una interpretación muy sugestiva
sobre lo que Juan “vió y creyó”
La continuación del
texto del Catecismo nos dice que el sepulcro vacío nos lleva a pensar que no
había sido una obra humana y que la nueva vida del Resucitado es una vida
gloriosa y triunfante
Eso supone que constató en el
estado del sepulcro vacío (cf. Jn 20, 5-7) que la ausencia del cuerpo
de Jesús no había podido ser obra humana y que Jesús no había vuelto
simplemente a una vida terrenal como había sido el caso de Lázaro
(cf. Jn 11, 44).
Es cierto también que tanto en la Octava de la
Pascua, como en los domingos segundo y tercero de Pascua, se nos presenta el
Resucitado glorioso y manifestándose a sus discípulos. Pero la primera
experiencia del sepulcro vacío nos hace ver que Jesús no ha vuelto a la vida
humana normal, en donde podía volver a morir (como fue el caso del hijo de la
viuda de Naím o de Lázaro), su Resurrección es una trasformación, su vida es
una vida gloriosa, plena, ya no atada al tiempo ni al espacio. Jesús vive una
vida nueva en la gloria del Padre.